Vine hasta aquí de la mano de mi buen amigo Vicente Barberá Albalat, quien me indico la senda para llegar a la felicidad que tantas veces se nos escurre de nuestra voluntad y que a duras penas logramos atrapar.
Y aquí estoy con la puerta del atrevimiento abierta de par en par para aquel que condescendiente se atreva a disculpar a esta ingenua aprendiza de la palabra que con todo respeto ofrece, al menos, un latido poco ortodoxo pero honesto.
Mi agradecimiento sincero al visitante
No hay comentarios:
Publicar un comentario